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Arquitectos: Guillermo Hevia García, Nicolás Urzúa Soler
- Área: 600 m²
- Año: 2016
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Proveedores: Hunter Douglas
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El proyecto es un pabellón destinado al ocio, que se ubica en el Parque Araucano, un parque público de la ciudad de Santiago. El pabellón busca producir una interacción con los usuarios del parque mediante sus curvas espejadas, concavas y convexas, generando una serie de multiplicaciones y deformaciones de las personas y del entorno que lo rodea.
El proyecto se construye mediante tres cintas de paneles de aluminio espejo de 3,2 m. de altura y 25 mm. de espesor, que contienen un paisaje de lomas y vegetación suave, especies silvestres y agua en movimiento que ha sido trasladado desde un lugar imaginario. El pabellón es además el soporte para el desarrollo de una serie de actividades culturales como conciertos, música en vivo o puestas en escena, todas ellas de acceso libre y gratuito.
Hemos querido construir una experiencia incierta, una situación de extrañamiento, de la cual no pretendemos tener el control, puesto que las posibilidades de reflejo y de deformación provocada por los planos bidimensionales de aluminio espejado cóncavos y convexos son infinitas. Hemos multiplicado la cantidad de situaciones reflectantes y de deformación, de manera de producir una interacción perteneciente a un mundo de ilusiones, más surreal que real. Queremos que el visitante esté a la expectativa de qué será lo que le sorprenderá en el siguiente lugar.
La materialización de esta experiencia se logra mediante dos operaciones:
La primera es la definición de un soporte o topografía, un paisaje de lomas suaves, saturadas de pasto y vegetación esponjosa, coloreada por una infinitud de flores silvestres, y que además es atravesado por un pequeño arroyo.
La segunda operación es la inserción de tres planos bidimensionales de aluminio espejado, que construyen una serie de espacios interiores y exteriores, borrando los límites, desapareciendo, dejando que el entorno reflejado sea el verdadero proyecto.
Estas cintas se encuentran incrustadas y se configuran y estructuran mediante una abundancia de concavidades y convexidades que les permiten autosoportarse y mantenerse de pie en un mismo horizonte de 3,2 m de altura y 25 mm. de espesor.
Hemos querido cambiar el centro de la propuesta del objeto, a la experiencia del sujeto -la interacción que éste y otros- y como su rededor o contexto se reflejarán y deformarán con él y frente a él. No pretendemos finalmente construir una propuesta cerrada, sino que articular un universo de sensaciones y experiencias abiertas a muchas interpretaciones.
Podríamos señalar que un factor de medición de una buena ciudad es la cantidad de actividades y espacios gratuitos y de calidad que ofrece a sus habitantes. En ese sentido las actividades y soportes destinados al ocio son una buena escala para medir estos aspectos. El pabellón se inserta en esta lógica -en medio de un espacio público- ofreciendo una experiencia poco convencional a sus visitantes, que interactúan con el proyecto de diversas maneras.
El pabellón es un modelo para ser replicado e inserto en un circuito más heterogéneo de espacios públicos y soportes para el ocio a lo largo de todo el territorio, ya sean espacios urbanos o rurales.